lunes, 16 de julio de 2007

Hábitos ensangrentados

La dictadura es la herramienta que tiene el capitalismo para imponer. El objetivo que tuvo en la Argentina del ’76, fue implementar un nuevo modelo político, económico, social y cultural. Para lograrlo, no sólo se exterminó indiscriminadamente a los que habían levantado una lucha armada, si no también a todos los sectores organizados de la sociedad, que querían impedir la implementación de este modelo. Fue un plan direccionado.
Desde hace mucho tiempo se viene tratando de encontrar una explicación al fenómeno de las dictaduras en la Argentina. Se trata de buscar, los ¿quiénes?, ¿cómo?, ¿por qué? hicieron que se dieran las cosas de esa manera.
Se instauraron dos formas de ver el tema. Uno es a través de la teoría de los dos demonios: que se explica mostrando dos imágenes distintas, dos terrorismos de Estado, uno de izquierda y otro de derecha. El resto de la sociedad queda apartada y no está incluida en estos bandos. Después esta la otra teoría que explica que todas las víctimas y los asesinados, eran inocentes: le podía pasar a cualquiera, por lo tanto, si esto no te pasaba, eras ajeno al problema.
Se ha tratado de juzgar a un par de figuritas, personajes simbólicos, sin tomar a la dictadura en su verdadero sentido: una herramienta corporativa, en la que estaban involucrados personajes de distintos ámbitos que hicieron posible que este plan funcionara.
La condena histórica en el mundo a Etchecolatz por genocida, logra romper con estas teorías. Ir más allá y afirmar que hubo un genocidio, y que fue posible por el apoyo de diferentes sectores para su beneficio. Permite enjuiciar a sectores económicos antes intocables como la Ford, que entregaba autos sin número de motor a los aparatos represivos, los empresarios que marcaban a los líderes sindicales, a la Iglesia que convencía a los familiares de que no hagan la denuncia, los medios de comunicación que ayudaban encubriendo noticias, etc.
El jueves 5 de julio empezó el juicio a una figura de la Iglesia que aprovechando su investidura eclesiástica se creyó impune. El capellán Von Wernich es acusado de 42 secuestros, 31 torturas, 7 homicidios y apropiación de menores. No se intenta poner en cuestionamiento a la fe, si no comprender el papel de cada institución en esta etapa. Su rol activo, su participación e influencia.
En la Argentina hubo un crimen, el genocidio, y una víctima, la sociedad. Es por eso que es necesario seguir con este avance histórico y que la sociedad venza a la impunidad. Una impunidad, que en este juicio tiene cura…

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