lunes, 3 de septiembre de 2007

Humor 2


Humor 1


Von Wernich contra Velasco


Para el cura genocida la mejor defensa es el ataque



El cura genocida, en una estrategia jurídica berreta, o quizá creyendo que aun conserva la impunidad que supo lucir, pidió ampliar su declaración, sólo para poder atacar a Luis Velasco, uno de los testigos claves de éste juicio. Von Wernich lo acusó de ser un agente de inteligencia, perteneciente al Ejército. Dijo que esto lo supo primero porque durante la dictadura vio a Velasco en una reunión con Camps (muerto) Rospide (muerto) y otra persona que no podría identificar, o sea, nada mucho más firme que su palabra y la de Etchecolatz que recientemente se lo confirmo en una charla en Marco Paz; y la verdad, no parece que la palabra de ninguno de estos dos asesinos sea demasiado valedera. Esto no es más que una vuelta de tuerca a la teoría de los dos demonios. Al afirmar que Velasco era “un doble agente”, el ex-capellán afirma que hubo dos bandos, que hubo una guerra, o por lo menos dos servicios de inteligencia, cosa que amplia un poco más en algunas cartas que circulan por la web. A la otra persona que ataca VW es a Emed, ex-agente de la policía y que declaró ante la Conadep que el cura fue parte directa de los asesinatos del grupo de los 7. Emed no podrá defenderse ya que murió en dudosas circunstancias. El que si salió a contestarle al reverendo fue el propio Velasco, quien en un momento dijo: “Aprovechando que el señor Von Wernich está presente, quisiera que el tribunal le pregunte dónde están...”, y entre sollozos nombró a sus compañeros desaparecidos: Gustavo Pérez Monçalves, Marcelino Pérez Roi, Jorge Andreani, Ricardo San Martín, Héctor Baratti, Ricardo Bonín, Néstor Bozzi, Humberto Fraccaroli. “Todos ellos fueron visitados por el sacerdote Von Wernich y están desaparecidos”, “que diga cuál fue el destino de Ana Libertad Baratti”, solicitó en referencia a una bebe nacida en cautiverio y que aun no ha recuperado su identidad. Los querellantes de Justicia Ya! la calificaron como “la típica estrategia de difamar testigos” y solicitaron que se busquen y presenten las listas con las personas que cumplieron tareas en las fuerzas armadas y represivas durante la última dictadura militar.


Juan Bonatto Seoane

Testimonios

Una reseña de todos los testimonios que brindaron los testigos
A partir de la segunda audiencia comenzaron a desfilar los testigos ante el Tribunal. El primero de ellos fue Héctor Ballent que dijo haber visto a Von Wernich durante su secuestro en Puesto Vasco. Ballent dijo: “un día llega un cura y se pone a charlar con nosotros... en un momento nos dice: ‘muchachos, por qué no hace una cosa, confiesen lo que saben, así no los torturan más’ le pedí que como hombre de la iglesia nos salve de las torturas. Ni me contestó y se fue”Ese mismo día también prestó declaración Juan Ramón Nazar director del diario “La Opinión” de Trenque Lauquen y que estuvo en cautiverio en COT I Martínez, Puesto Vasco y en Monte Grande y a quien Von Wernich le ofreció “ayuda espiritual” a cambio de colaboración. Otro dato que aportó Nazar fue la forma en que se manejaba VW por los centros clandestinos de detención “era como un habitué del lugar” dijo.Luego de este testigo fue el turno de Alberto Liberman, ex ministro de Obras Públicas boanerense, quien estuvo en COT I Martínez y Puesto Vasco, donde fue visitado por el cura además de torturado. Finalizó la jornada Martín Antonio Aberg Cobo, quien estuvo detenido en el Departamento de Policía de la Provincia de Buenos Aires, en otra dependencia de Capital Federal y el Departamento Central de la Policía Federal, donde estuvo junto a Jacobo Timerman.
En la tercera jornada declaró Julio Miralles, quien fuera Juez Federal, que aseguró que Christian Von Wernich “pedía colaborar para que no los torturen más” y que “quienes confesaban con el padre luego eran torturados por esas charlas” demostrando la relación entre el cura y los torturadores. Luego fue el turno de César y Carlos Miralles y la ex esposa de éste, Luisa Guillart Riat. Los Miralles contaron como vieron a un Cura durante su tiempo secuestrados, al que identificaron posteriormente como Von Wernich. Asimismo dijeron que el ex capellán se movía por los centros clandestinos “como uno más de la patota”.Julio Miralles abundó más en el papel del cura y dijo que les decía “tienen que colaborar para que no los torturen más, es en beneficio de Dios y de la patria”. Ramón Miralles no se presentó a declarar debido a su avanzada edad y su testimonio, incorporado por lectura, reafirmó que a VW se lo vió en COT I Martínez y Puesto Vasco.
En la cuarta audiencia llegó el turno de los Timerman, Héctor y Gustavo, hijos de Jacobo. El primero de ellos declaró que su padre pudo reconocer a Ramón Camps, a Jorge Bergés y al cura Von Wernich, de quien afirmó que “actuó como represor y torturador y no como cura”. “Von Wernich participó en las torturas de mi padre, estuvo presente en varios interrogatorios, cuando se le caía la venda podía verlo al lado de Camps”.Luego se refirió a la seguridad de los testigos y dijo que “los testigos somos potenciales víctimas porque hay personas que participaron de la dictadura militar y siguen estando en Seguridad y justicia” como ejemplo puso a Durrieu quien fuera subsecretario de Justicia en la dictadura y hoy es conjuez.En esta jornada también declaró Rafael Perrota Bengolea, hijo del director del “Cronista Comercial”. Perrota contó como le exigieron a su familia mucho dinero a cambo de la vida de su padre, que estaba secuestrado y era torturado en COT I Martínez y que luego de pagar una fuerte suma, nunca más fue visto.Los testimonios de ésta audiencia finalizaron con Alfredo Aubín, quien estuviera secuestrado en Puesto Vasco.
Para iniciar la quinta audiencia Juan Destéfano, declaró el jueves 19/7, donde expresó que entró y salió clandestinamente de las comisaría 22ª y 9ª de La Plata. Además manifestó haber estado en los centros COT I Martínez, Puesto Vasco y “el peor de los lugares”, según Destéfano, Arana, donde recibió “las peores torturas que un ser puede recibir”.El testigo reconoció que en Puesto Vasco los visitaba el cura Von Wernich, que era un partícipe más del grupo que torturaba. Así mismo declaró con angustia: “pasaron 30 años, ese fue el fallo de la democracia”. Al momento de las preguntas, el abogado del acusado se refirió a la clandestinidad y por qué se hacía hincapié en la misma, a lo que el testigo le contestó: “si a usted le vendan los ojos, le atan las manos y lo llevan de un lado a otro durante la noche, sin que nadie supiera nada de nada, y a su vez está detenido-desaparecido durante meses… ¿no es eso clandestinidad?, no sé entonces cómo se denomina eso”. Destéfano además reconoció a varios torturadores, entre ellos Norberto Cossani, Alberto Rousse, Eros Tarella, Milton Pretti, Miguel Osvaldo Etchecolatz y Jorge Bergés entre otros. De éste último afirmó “ese es un canalla, un criminal, ese es un ser despreciable. Ese nos revisaba el corazón y le explicaba al que daba máquina si podía dar mucha o poca... es lo peor que conocí junto con Etchecolatz”. También, y refiriéndose a los torturadores procesados, Destéfano dijo que “no tendrían que tener ningún beneficio, no son seres humanos, son genocidas que han hecho mucho daño”.Ese mismo día declaró Luis Guillermo Taub, quien pidió no ser televisado. El testigo estuvo en el Pozo de Quilmes y el Pozo de Banfield donde tenía que juntar los cuerpos de las criaturas (adolescentes) que amontonaban en los patios como si fueran basura.Cuando estuvo detenido en COT I Martínez contó un anécdota del 24 y 25 de diciembre, donde los dejaron sin comer durante un día (agrega que no era algo novedoso) con la excusa de prepararlos para la llegada de un invitado especial que resultó ser Christian Federico Von Wernich. Para recibirlo hicieron un asado y luego del agasajo visitó a todos los detenidos a cara descubierta, vestido informal pero con una cruz de plata colgando de su pecho. “Venía como un cura apoyando su tropa”, expresó Taub, y también manifestó que estaba presente durante el desprecio que hacían hacia los judíos como Jacobo Timerman. Agregó que Von Wernich visitó a todos los que estaban detenidos allí y les dijo “por algo estarán acá, algo habrán hecho para estar en un lugar como éste”. El Fiscal General Dulau Dumm solicitó la presencia del cura para que sea reconocido por el testigo, quien lo confirmó con seguridad.Se sumaron además los testimonios de Julio Daich, Juan Miguel Paino y Jorge Raúl Rodríguez, los cuales sumaron varios datos y precisiones sobre los centros clandestinos de detención.
En la sexta audiencia del juicio oral y público al cura Christian Von Wernich, que se está desarrollando en los juzgados federales de la ciudad de La Plata, declararon Silvia Fanjul, Lidia Brodsky de Graiver e Isidoro Graiver, los tres integrantes del grupo empresario Graiver, y que junto a otros miembros de ese grupo fueron secuestrados en marzo de 1977 y trasladados a diversos centros clandestinos de detención. Los testimonios de los sobrevivientes confirman lo que ya muchos testigos sostuvieron en el marco del juicio, en cuanto a las condiciones de detención, el de los grupos de tareas de la dictadura, y especialmente el hecho de que nadie que haya pasado por los centros clandestinos de detención “podía desconocer que ahí se torturaba gente”. En su paso por Puesto Vasco, el Pozo de Banfield, el Penal de Magdalena y otros centros de detención, los sobrevivientes se cruzaron con muchos otros detenidos. En el departamento central de la Policía Bonaerense, en el marco de uno de los traslados de que fue víctima, Silvia Fanjul confirmó haber visto a Jacobo Timerman. A su vez Isidoro Graiver certificó que en las sesiones de tortura que sufrió se veían agravadas por su condición de judío, pero los mismos torturadores le dijeron que “no tanto como Timerman”, de quien, por otra parte, supo que “mencionó haber sido visitado por un sacerdote”.Los testimonios también confirmaron algunos de los nombres de los represores que formaban parte de los centros clandestinos de detención mencionados, como Norberto Cozzani, Darío Rojas, Tobiano Fernández y Alberto Rousse, entre otros. Isidoro Graiver aportó un ejemplo de las torturas y vejaciones a las que eran sometidos los detenidos, al mencionar que, cuando lo llevaron al Penal de Magdalena en pleno invierno, el oficial a cargo, Tobiano Fernández, lo sacó y lo hizo bañar con agua helada, y que lo hacía en esas condiciones “para ver el pito de un judío”.
En la continuidad de los testimonios por el Caso Timerman, en la séptima audiencia declararon Osvaldo Papaleo, ex secretario de prensa del gobierno de Isabel Perón; Rodolfo José Iaccarino, un empresario del campo; y a propuesta de la querella unificada de Justicia Ya! La Plata , se agregó el testimonio de Vicente Romero, periodista y columnista sobre América del Sur para el diario “El Pueblo” de Madrid durante los años ‘70. Osvaldo Papaleo, el empresario y ex funcionario del gobierno de Isabel Perón, afirmó que “Von Wernich siempre dio muestras de conocer bien lo que habíamos declarado antes bajo torturas”. “Era evidente que el cura era un interrogador, un agente de inteligencia que tenía un rol específico y que formaba parte de lo que yo llamo ‘cuerpo colegiado de la tortura’, en el que cada uno de los represores cumplía su rol”, explicó.A su vez el testigo confirmó que Jacobo Timerman fue interrogado bajo torturas en reiteradas oportunidades, que era encerrado en una “cucha” enrejada, y que era víctima particular de antisemitismo por su condición de judío. Quienes lo torturaban, dijo, era gente “relacionada con la revista Cabildo, porque cada vez que venía tenía un ejemplar de la publicación”.Otro elemento de importancia en la declaración de Papaleo, es la acusación directa a la Revista Somos y a la Editorial Atlántida de la familia Vigil como colaboradores de la dictadura militar. El testigo manifestó haber leído declaraciones de su hermana Lidia Papaleo en la revista Somos, al momento de estar ella secuestrada (abril de 1977). El hecho provocó que Osvaldo Papaleo enviara un telegrama a la Editorial Atlántida solicitando que se rectifique, y esa misma noche fue detenido por el Ejército y llevado a Puesto Vasco. Sobre el hecho, Papaleo manifestó que Darío Rojas (uno de los responsables de las torturas en Puesto Vasco) le dijo “tu problema empezó cuando mandaste este telegrama”, el mismo que él había enviado a la editorial Atlántida y que en ese momento el represor tenía en su mano. Rodolfo Iaccarino es empresario del campo, y en noviembre de 1976 fue detenido junto a integrantes de su familia en Santiago del Estero. Una vez trasladado a la sede Avellaneda de la Brigada de Lanús de la Policía Bonaerense, y como parte de las operaciones cotidianas de las fuerzas represivas, lo obligaron a firmar unos papeles donde entregaban varias de sus propiedades, las que hasta el día de hoy no recuperaron. “Todo fue una maniobra para desapoderarnos de los bienes”, confirmó Iaccarino, quien además mencionó que en la Brigada con sede en Avellaneda estuvo durante esos días de 1976 el Juez Federal Leopoldo Russo y su secretaria, la Doctora Beatriz Aparicio. A ambos les manifestó que previamente él y sus hermanos habían sido llevados clandestinamente a otro lugar donde fueron torturados, sin que tomaran ninguna medida. La Dra. Aparicio siguió su carrera judicial llegando a ser juez del TOF 1, el mismo tribunal que hoy está juzgando a Von Wernich, y se jubiló hace pocos años. Dictadura, Iglesia y EmpresasEl último de los testimonios del día jueves estuvo a cargo de Vicente Romero, periodista español, quien durante los años ‘70 se desempeñaba como columnista sobre América del Sur en el diario “El Pueblo” de Madrid. El testigo fue presentado por Justicia Ya! La Plata, y en su declaración informó que en el año 1983 le realizó una entrevista al genocida General Ramón Camps, quien le mostró personalmente un informe de 80 o 90 páginas (que sacó en ese momento de una caja fuerte) en el que constaban cifras y datos muy precisos sobre cadáveres encontrados, muertes producidas en enfrentamiento, eliminación de detenidos y enterramientos de NN. En el informe, que según el propio Camps fue remitido desde la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires al Vaticano para conocimiento del Papa, se hablaba de unos 5000 muertos durante la represión, de 1858 cuerpos NN enterrados en diferentes lugares, e incluso las localidades donde se produjeron esos entierros. Agregó Romero que en aquella entrevista se habló de la estrecha relación existente entre la Dictadura y la Iglesia Católica. Camps hablaba de Von Wernich como “estrecho colaborador y amigo suyo, como su apoyo moral, quien era fundamental para poder tener la ‘conciencia tranquila’”. Y justificaba todas las atrocidades cometidas por la Dictadura, con el argumento de la salvación de los principios “occidentales y cristianos”. Y como otro de los aportes importantes a la causa, Romero mencionó que con Camps conversaron sobre la colaboración de civiles y de los aportes económicos a los intereses de la Junta Militar. “La justicia argentina aún no ha entrado en averiguaciones de empresas o entidades civiles y económicas en sociedad con los militares, como así también el rol de las grandes empresas ya constituidas en el país, como la Ford, la Mercedes Benz, etc., empresas que hoy se lavan la cara organizando organismos de derechos humanos pero que en otra época colaboraron con la Dictadura”, sentenció.
La octava audiencia (1ª luego de la feria judicia) contó con el testimonio de Fernando Schell. “Pese a las torturas, los golpes, y las picanas, la peor tortura la sufrí de parte de este señor -en alusión a Von Wernich-, la tortura moral”, sostuvo Schell. “Lo recuerdo y aún me duele que un sacerdote haga estas cosas”, declaró el testigo y agregó: “No era un cura, era un hijo de puta”. “En una oportunidad le dije que era un cura con jinetas, un hijo de puta, que bendice armas para que otros maten y que no era él quien debía juzgarme, sino su Jefe, por Dios, si es que lo tenía; y le aseguré que si después me torturaban no me importaba”, declaró ayer Schell. “Después, sin decir palabra, Von Wernich se levantó. Nunca más lo vi y a los doce días me liberaron”. “Diez días antes de mi liberación, en febrero de 1978 -explicó-, nos piden que no tengamos nada ‘despelotado’ en el calabozo porque venía ‘El Cuervo’ y me dicen: ‘Vení, alemán, que hoy te toca a vos’, y me llevan a otro lugar, me sientan en una mesa y aparece este señor (por Von Wernich) con un asistente que le cebaba mate. ‘El Cuervo’ le preguntó frente a una mesa: ‘¿Por qué estás acá?’. Y yo le dije: ‘Por pelotudo'”. “No me cabe ninguna duda”, le respondió el cura, que a partir de entonces se sentó, mesa mediante, para mantener un diálogo extenso, en un contexto que subraya la situación del interrogatorio. “‘¿Qué cagada hiciste, andabas poniendo bombas?’, me preguntó. ‘Yo hacía política de base, soy militante de barrio’, le dije yo. Y él me respondió: ‘Vos hacías las cosas mal’.” En esa ocasión, el cura le preguntó por sus orígenes: “Y yo le dije que venía de una familia profundamente católica, un tío de papá era obispo”. “Obispo de qué iglesia”, preguntó el ex capellán. Y preguntó de qué iglesia venía él, quién era el cura. “Quiso sonsacarme cosas, quiénes son tus amigos, preguntaba. En un momento dado me dice: ‘¿Vos estás de novio?’.’Sí, le dije’. Y entonces me dice: ‘Cagaste, ahora te van a cerrar la puerta en la cara’.” Le dijo también que sucedería lo mismo con la familia de esa chica, con sus vecinos, que “si lograba salir, me iban a rechazar”. Detrás de Schell declaró Juan Carlos Guarino, un ingeniero electrónico al que lo interrogaban sobre interferencias en las transmisiones de televisión, preocupados por el Mundial de 1978. Declaró que “buscaban armar un equipo para neutralizar interferencias en las transmisiones televisivas”. El ex secuestrado mencionó que estuvo con otros dos ingenieros electrónicos y que siempre los trasladaban juntos. Recordó que 62 estudiantes de ingeniería de la Universidad de La Plata todavía siguen desaparecidos. También lo hicieron Norma Esther Leanza y Alcides Antonio Chiesa, un director de cine que hace tres años volvió al país.
En la novena audiencia declaró Ricardo Victorino Molina, padre de María Mercedes Molina Galarza, nacida en cautiverio y cuya madre es Liliana Galarza una del denominado “Grupo de los 7” y cuyo asesinato pesa sobre Von Wernich. Lo detienen en el 76 y luego es liberado aunque queda con la vigilada hasta el 81 año en que se exilia. Mientras estuvo en la Cacha un sacerdote les entregó unas medallitas de la Virgen de Luján. Luego María Mercedes Molina Galarza, que nació y fue bautizada por el cura Christian Von Wernich en cautiverio, afirmó que el cura sabe lo que pasó con su madre, Liliana Galarza y donde está su cuerpo. La mujer, de 30 años, se refirió así al destino de los denominados “grupo de los 7”, jóvenes secuestrados que gozaban de un régimen más flexible de cautiverio supuestamente por prestar cierta colaboración a sus captores, quienes los engañaron prometiéndoles sacarlos del país. “Von Wernich reconoce que acompañó a los siete (hasta su supuesta salida del país). Yo sé que sabe cuál fue el destino final del grupo pero sin embargo hoy en día sigue sin decirnos qué pasó con ellos. El sabe dónde están sus cuerpos y esto para nosotros es muy duro”. La mujer nació estando su madre, Liliana Galarza, cautiva en la Brigada de Investigaciones de La Plata y fue bautizada por el cura Cristian Von Wernich. “El les decía que lo más conveniente para la seguridad de mi mamá era que ellos no pidieran un hábeas corpus, que no la buscaran, que no le contaran nada a nadie, que esperaran aproximadamente un año, porque ella iba a buscar la manera de comunicarse desde el exterior, donde supuestamente estaba y que si no lo hacía siguieran esperando”, Otra de las declaraciones de ayer giró en torno de la desaparición de los hermanos Mainer, integrantes del grupo que fue engañado con la promesa de salir del país. Su madre, Matilde Gómez de Mainer, contó cómo fue “bombardeada” la casa de Villa Luro en la que vivían y cómo se llevaron a sus familiares a Campo de Mayo. Es secuestrada en la casa donde cayó Victoria Walsh, entre otros. La hija de Viky y una de las hijas de la señora de Mainer logran escapar de ese ataque y se refugian en lo casa de unos familiares de los Mainer. ¡Me torturaron, simulaban gatillar un revólver y decían que les iban a hacer cosas terribles a mis hijos”, se conmovió. Declararon además dos de sus hijas, Marta y María de los Milagros, quienes cuentan como María Magdalena les había presentado a VW como su confesor. A ella la vieron una vez en las dependencias de calle 55 e/ 13 y 14 y en 55 e/ 7 y 8 otra vez. allí lo ven a VW además de al resto del grupo de los 7.
En la décima audiencia del juicio contra el ex capellán de la Policía Bonaerense Christian Von Wernich, la periodista Mona Moncalvillo afirmó que, “lo que no se conseguía con la tortura lo conseguía luego Von Wernich con el amiguismo”. Moncalvillo, cuyo hermano Domingo fue asesinado por la última dictadura militar, afirmó hoy que el ex capellán “fue manchado con sangre” de las víctimas “y luego felicitó a los ejecutores”. “Von Wernich es un personaje siniestro, y mucho más pensando que es un hombre de la Iglesia”, la periodista mencionó al cura como supuesto partícipe de los homicidios de su hermano y otros seis jóvenes que estaban secuestrados y a los que prometieron enviarlos al exilio, pero en el camino al aeropuerto de Ezeiza para abordar un avión los asesinaron a tiros. Luego de las palabras de Moncalvillo llegó el turno de Adriana Idiart, hermana de Cecilia, que integraba el mismo grupo de jóvenes secuestrados. La mujer acusó al ex capellán policial de pedirle dinero para sacar del país a su familiar. “El cura pidió dinero a mi madre para sacar a Cecilia del país y al acercarse la fecha del viaje pidió que le entregáramos ropa”, declaró Idiart en la audiencia, la décima desde que se inició el proceso.
En la undécima audiencia Fernández Meijide también acusó al cura, y declaró que Von Wernich participaba del sistema de detención clandestina y torturas y mencionó un testimonio que involucra al sacerdote en la secuencia posterior al fusilamiento de tres jóvenes. Meijide aportó su testimonio como ex integrante de la Conadep. Ese organismo tomó declaraciones para determinar el funcionamiento de la represión ilegal. Antes de su declaración, el tribunal habilitó la lectura de la confesión del policía Julio Emmed ante el organismo. Uno de los párrafos señala que Von Wernich calificaba de “acto patriótico” la ejecución de “subversivos”. El pronunciamiento en esos términos del religioso, fue luego de un operativo ilegal donde fueron asesinados tres jóvenes. El suboficial atribuyó al cura una oración: “Dios sabe que lo que se está haciendo es por el bien del país”. Emmed había participado del traslado de Domingo Moncalvillo, María del Carmen Morettini y Cecilia Luján Idiart hasta un descampado en Brandsen. Ahí fueron acribillados. Al regreso, Emmed se inquietó porque sus ropas estaban manchadas con sangre, Von Wernich quiso tranquilizar la conciencia del homicida diciendo: “La sangre derramada, por los jóvenes, está bendecida por Dios”. Declaró además Susana Aguad quien explicó cómo funcionaba la Conadep y su encuentro con Julio Emmed, el oficial que participó de los dos operativos en los que se asesinó a los integrantes del “Grupo de los 7”. El último testigo fue Héctor Daniel Rossi, quien declaró que durante una misa que ofició el sacerdote en la ciudad de 9 de Julio aseguró que en la parroquia había montoneros, en alusión a un joven que luego fue secuestrado y desaparecido. “Un día, durante una misa, Von Wernich dijo que en la parroquia había montoneros” relató ante el tribunal Rossi, que en 1975 era estudiante de Medicina junto a Eduardo Lugones, secuestrado por la dictadura y hasta hoy desaparecido. Rossi explicó al Tribunal que el sacerdote pronunció la frase “cuando entramos con Eduardo a la parroquia y lo divisó entre los fieles”.
En la audiencia nº 12, Carlos Zaidman, quien estuvo detenido ilegalmente en la Brigada de Investigaciones de La Plata, afirmó que el ex capellán de la Policía Bonaerense le pidió a una pareja secuestrada que “colaborara”. Según relató, escuchó al ex capellán dialogar con un matrimonio secuestrado, al que le pedía colaboración con los represores. “Les pedía que colaboren, que si lo hacían les iba a ir mejor. Les decía ‘si ustedes quieren salir de acá colaboren’”, “Nos consta por declaraciones de compaeros sobrevivientes que no sólo participó tratando de sacar declaraciones a los detenidos, sino que también participó en sesiones de torturas y secuestros”, sostuvo Zaidman. En su relato describió el tratamiento antisemita que recibió por parte de sus captores. Además de los constantes insultos, como “judío de mierda”, en una de las tres sesiones de tortura lo obligaron a decir que era “un cerdo judío”. Zaidman escuchó en varias oportunidades “ahí viene el padre”. Entonces, los represores se preparaban “porque venía alguien que tenía cierto mando, que no era tratado como uno más, se le rendía cierta pleitesía”, y lamentó que muchos guardias partícipes de esos hechos no se encuentren también como acusados en el juicio. El segundo testigo fue José María Llantada, secuestrado con Eduardo Kirilovsky, junto al cual tuvo charlas con el ex capellán. En el final de su detención tuvieron visitas de “gente de inteligencia y en un par de ocasiones se presentó un sacerdote”. Él les había pedido que se sacaran la venda, pero por miedo a que sea “un milico” no le hicieron caso. “Lo que menos se imaginaba uno era a un sacerdote en ese lugar”, explicó Llantada. Kirilovsky, contó que existía “una frase marcada: el que ve, pierde”. Por ese motivo durante los tormentos en los que le aplicaron picana en los testículos, las encías y la cabeza, cuando se le caía la venda jamás abría los ojos. Las charlas con Von Wernich eran sobre generalidades, no hablaban de política, sino que se parecían a las de “un sacerdote con un feligrés”, aseguró Kirilovsky. Esos encuentros se realizaban con los ojos vendados y las manos atadas adelante, por lo que “no había equívoco en absoluto” sobre el conocimiento de las condiciones de detención. Ellos le pidieron al cura que informe a sus familias cómo estaban: “Le dimos números de teléfono y dirección. El decía que sí, que los iba a contactar, pero nunca avisó”. Declararon también María Cristina Bustamante, Analía Maffeo, Jorge Gilbert y Liliana Zambano. Todos contaron como VW los acnsejaba: “Piensen en los chicos, colaboren”. Todos habían sido secuestrados a mediados de 1977, detenidos en la Brigada de Investigaciones de La Plata y torturados dentro de lo que se conoció como “el circuito Camps”. Durante su cautiverio mantuvieron o escucharon conversaciones con el cura que pedía colaboración a cambio de su libertad. “¿Aprendieron la lección?”, les decía después de que fueran picaneados. “Piensen en los chicos, colaboren, digan todo”, le recomendaba a un matrimonio. “¿Tienen claro qué tienen que hacer cuando salgan?”, preguntaba. Cristina Bustamante le preguntó al Tribunal: “¿Hay alguna forma de que no tengamos que volver a relatar y abrir nuestro corazón? Porque para nosotros es muy difícil”.
La decimotercera audiencia empezó de manera inusual, ya que Von Wernich solicitó declarar (ver nota pág. 7), seguramente motivado por el testimonio de Luis Velasco, que escuchó decir a Von Wernich: “Hijo mío, la vida de los hombres la decide Dios y tu colaboración”; “los hijos deben pagar la culpa de los padres” y “ustedes no tienen que odiar cuando los torturan”. Velasco vió a Von Wernich: “Iba a la celda a hablar de lo que los prisioneros quisieran”. “Jamás lo vi repartir ningún sacramento”, “entraba sin custodia y, contra lo habitual, les hacía quitar la venda a los detenidos. No le pudo ver el rostro a ningún otro carcelero”. Cuando estuvo en la Brigada de Investigaciones de La Plata “Me dijo ‘sacate la remera’. Me tocó los pelitos del pecho y me empezó a hacer bromas porque me los habían quemado en la tortura” y en la comisaría quinta, Velasco escuchó un nuevo sermón de Von Wernich, “Ustedes no tienen que odiar cuando los torturan”. Von Wernich presencio la primera y esta última audiencia, pero solo cuando declaraba Velasco, cuando finalizó el mismo se retiró y no escuchó los otros dos testimonios de Blanca Noemí Rossini y Adriana Archenti.
En la audiencia nº 14 dio su testimonio Osvaldo Lovazzano, quien contó que vio en tres oportunidades al ex capellán, quien “recomendaba cómo aliviar los dolores de la tortura”. “Como insistía que me dolían los oídos, me trajo un frasco de gotas, y me dijo que era por los golpes que me habían dado. A otro detenido, que estaba muy dolorido, le dijo que, por la picana, los músculos se contraían por el paso de la corriente eléctrica y le aconsejó que se quedara quieto y el dolor se le iba ir”. “La tercera vez que lo vi, Von Wernich estaba junto a siete jóvenes que se desplazaban por la Brigada con total libertad”, dijo hablando en referencia al denominado “grupo de los siete”, que eran detenidos. Continuó Angel Zacarías Moutoukias, quien aseguró que Von Wernich le dijo a un torturador que lo “pasara de nuevo” por picana eléctrica. El testigo destacó que el religioso utilizaba el término “maquina” en alusión a la picana. Moutoukias afirmó además que Von Wernich le sugirió a un guardia que lo torture antes del ser liberado, para que no olvidara. Y destacó que el cura hizo ese pedido al torturador momentos antes de su liberación, cuando se estaba lavando junto a otro ex detenido, Jorge Gilbert, para quien sugirió lo mismo. El declarante dijo que debió atravesar esta situación cuando fue secuestrado y llevado a la Brigada de Investigaciones de La Plata, en 1977.

Recogieron los testimonios: Lucas Ibarlucía, Estefania Arana, Sebastián Lavandera, Tania Heit, Laura Fernández Peredo, Juan Bonatto Seoane. También apelamos a los comunicados informativos de Justicia Ya!

Derechos Humanos vs. Represión en democracia


El aparato represivo sigue impune. Puede observarse tanto a nivel de los ataques recibidos por distintos organismos como por la manera de actuar, por ejemplo de la Policía Federal o Bonaerense. Día tras día podemos enterarnos de casos de gatillo fácil y de las torturas perpetradas desde estas instituciones. Las denuncias se acumulan pero se resuelve poco. Parece que la Justicia se olvida de estos hechos, y desde el Estado se habla de la lucha que se lleva por la defensa de los Derechos Humanos. En 2006 se llevó a cabo el primer juicio caratulado como genocidio, el acusado y posteriormente condenado: Miguel Etchecolatz. Jorge Julio López, testigo esencial en la causa, terminó desaparecido. La solución del Estado: pegar afiches con la cara del hombre secuestrado y la recompensa por quien pueda aportar datos, siendo hoy una suma de un millón de pesos. Como si de esta forma ya hubiera cumplido con las exigencias de las organizaciones de Derechos Humanos. Por otro lado, desde el Estado también se propone la utilización de custodia policial para la protección de los testigos. Pero cómo garantizar esa protección si desde la Policía se vienen dando actos en contra de las personas. La represión sufrida en numerosas manifestaciones deja en claro la impunidad con que se maneja este aparato. La muerte de Darío Santillán y de Maximiliano Kosteki, así como la de Carlos Fuentealba. Ambas en manos de policías, como también las denuncias de más de dos mil casos de gatillo fácil. Ésa es la protección que brinda el Estado.

La impunidad queda expresada en los puestos que siguen ocupando personas que estaban en la Policía desde la última dictadura. De esta forma se siguen perpetrando actos de tortura en las cárceles de diferentes puntos de la Argentina. Por otro lado, es notable el crecimiento de un grupo de ultraderecha que defiende las actuaciones llevadas a cabo durante el gobierno de facto, que además apoya en la actualidad la utilización de la fuerza coercitiva por parte de los miembros de cuerpos policiales.Y los hechos se suman, y no hay forma de garantizar que no se produzcan actos de violencia por parte de las fuerzas policiales. El desmantelamiento aún no se ha producido. Mientras tanto Arslanián se jacta de haber dado de baja a un gran número de efectivos, cuando la realidad es que si bien dejan de trabajar en el organismo policial, no son sometidos a juicios por los hechos que los han llevado a dejar su puesto. A su vez, desde las agrupaciones que luchan por el esclarecimiento de las violaciones producidas desde la Policía, denuncian que más de 1.500 efectivos continúan en su puesto desde el Proceso de Reorganización Nacional.

La única forma de proteger a las personas es juzgando de manera efectiva a quienes participan en actos que violan los derechos del hombre, y garantizando que no se produzca el uso de la fuerza, ya que esta produce más violencia, y la violencia no arregla ni esclarece los hechos, sino que aumenta el daño en las personas que se ven damnificadas en esos actos. Como ciudadanos de la Argentina es un deber exigir que se aclaren los casos de violaciones perpetrados tanto en la dictadura, como en los gobiernos “democráticos”, desde las fuerzas policiales. Es el modo de concientizar a las personas de que no puede haber un desaparecido, como es el caso de López, y como muchos casos más, porque de esta forma no podemos hablar de un estado real de democracia en el país.


Florencia Marinetti